viernes, 6 de junio de 2014

Diálogos. Ceres y Nicomedes II.

Dime al punto Nicomedes,
tú que mucho las conoces, 
qué opinas de las mujeres
con respecto de los hombres.

No se bien qué distinción,
con las féminas pretendes,
pues son como tú y como yo,
en absoluto diferentes.

Sabes bien de lo que hablamos.
No pregunto en qué difieren
ni sus cuerpos, ni sus mentes,
sino en qué será lo que ellas sienten
que nosotros no sintamos.

Te comprendo. Y en honor a la verdad
he de decirte amigo Ceres,
que en faenas simultáneas,
ganan siempre las mujeres;
pues no podemos los hombres
escribir mientras hablamos,
ni recordar hitos y fechas,
será porque somos vagos,
o porque estamos majaretas.

También nos ganan en intuición,
y en picardía, y en emoción.
Y en cuestiones de dialéctica;
que si se trata de hablar,
o hasta incluso de escuchar,
cualquier dama nos eclipsa,
pues hablan ellas tan deprisa
que nos quedamos atrás.

Nos, potros  altaneros, y verracos,
ni parimos, ni amamantamos
a los hijos que engendramos.
Menos mal que sin nosotros
se queda el mundo sin vástagos;
que para gestar hijos humanos
si somos precisos los machos. 

Pues en algo ganaremos,
digo yo que algo tendremos,
¿o va a ser que las féminas,
mi apreciado Nicomedes,
nos envuelven con su labia y
nos superan en cerebro,
y encima tienen mejor alma
en ese magnífico cuerpo?  

Pues eso que insinúas me parece, querido Ceres:
que tan solo en cuestiones de fuerzas,
y en blasfemias y en esputos. 
Y en proferir palabras soeces.
Ah... y, por cierto, en navegar, 
y en leer mapas y en lidiar,
y en echar las grandes cuentas,
y en cazar y en pescar.
Y en torturar, batallar y defenestrar;
que en las cuestiones más cruentas,
ganan, en general, los hombres a las mujeres.

Autor: Dimas Luis Berzosa Guillén.



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