viernes, 7 de noviembre de 2014

Pasaje del Diario De Abordo de la nave ECAP.


En Krim-Krum existe la vida. Las criaturas más evolucionadas de este lugar son los srewolf, unos seres de color verde oscuro, temblorosos y ligeros, que se desplazan moviendo dos apéndices terminados en una suerte de hojas lobuladas que apoyan sobre el suelo con alternación. Un par de largos y flexibles zarcillos prensiles, que les brotan del tercio superior del tronco, rígido y hueco, les sirven para manipular y asirse a su mundo. Y sus cuerpos están rematados por una especie de cabellera, unos llamativos cúlmenes peludos, enmarañados y  rojizos,  a los que llaman stoor. 

Son seres sexuados, sus órganos sexuales, que penden del centro de sus tallos, tienen forma de vistosas y coloridas campanillas, de las que surge un largo pistilo rosa, en el caso de las hembras, o un apéndice puntiagudo y curvado semejante a una espina, en el caso de los machos.
Los srewolf, cada noche, deambulan lentamente en medio de la más absoluta oscuridad por la superficie de Krim-Krum en busca de alimento, que localizan rastreando el suelo mediante finos sensores ubicados en el haz de sus hojas, capaces de detectar los sutiles campos magnéticos que emanan de los cúmulos más superficiales de la única sustancia que los nutre: el berilio quadriprotón. Cuando detectan un filón de este material, lo suficientemente rico como para poder nutrirse de él en cantidad suficiente, colocan sus sroot en el suelo, para que, serpenteando y removiendo el sustrato, se hundan en la tierra hasta alcanzar el preciado alimento.
Desde que el día empieza a despuntar, comienzan ellos a afianzarse en el terreno, clavando paulatinamente sus zarcillos en la tierra, mientras voltean sus cuerpos hasta quedar completamente cabeza abajo, hincados en la tierra, con sus hojas de cara a la luz y sus órganos sexuales expuestos. Y así permanecen durante todo el día hasta la noche siguiente. 
Con los primeros rayos de luz comienza el bubbuh, la impresionante y estrepitosa barahúnda que forman las alas del enjambre de los seilf al comenzar a moverse al amanecer, que resuena como un trueno largo y profundo sobre la atmósfera de Krim-Krum, haciendo que todo vibre y se zarandee a su paso.
Siempre que eclosiona un huevo de seilf, lo que sucede cada cinco días, brotan de la tierra, junto a él, dos srewolf, uno macho y otro hembra. Los análisis indican que los tres seres existen en el modo de entrelazamiento cuántico, por ello, todo hace suponer que vivirán encadenados quánticamente durante toda su vida, hasta que uno de ellos muera, e irremisiblemente mueran también los otros dos.
Los seilf se alimentan del néctar que fluye de los srewolf hembra cuando algunas vesículas, de las que las espinas de los srewolf macho segregan al ser libados y que han sido transportadas por los seilf en sus alas, resbalan por el interior de sus gineceos. Los seilf, por supuesto, saben desde que nacen que, para sobrevivir, han de libar al srewolf macho antes que a la hembra, pues es esa la única forma de lograr una eyección del preciado manjar.
Cada mañana, cuando Noom, el satélite negro de Krim-Krum, entra en silbido, los seilf se disgregan con premura por todo el planeta en busca de sus srewolf hermanos, para libarlos.
Los seilf pernoctan arremolinados en cuevas colmena. Deben estabularse en cuanto comienza la penumbra, ya que son seres impulsados por la luz y, por tanto, en cuanto ésta deja de golpear sus cuerpos, su energía se desvanece y hace que sus organismos se detengan automáticamente, de manera irremisible.
Los srewolf, en cambio, antes de que la luz de la enana blanca Nus, su estrella guía, inunde el planeta, han de enterrar apresuradamente sus sroot, para resguardarse de la letal radiación, de la que huyen con verdadero pavor, pues los fotones azules de alta energía destruyen sus unidades neuronales, alojadas en las punta de los millones de fibras que tapizan los flagelos rojos de sus sroot. E incluso, en el caso de que sus cabelleras fueran expuestas de forma prolongada al temido tren de quantos, podrían llegar a perder la capacidad de pensar, al destruirse completamente sus centros lógicos.
Aryk, mi eterna acompañante, y yo, a medio día, hemos abandonado Krim-Krum, con las muestras elegidas de materiales orgánicos e inorgánicos. Debemos volver dentro de un año para tomar la segunda tanda de muestras, según se establece en el protocolo de exploración, así que, mientras trascurren los trescientos sesenta y cinco días, dirigiremos nuestra nave al horizonte de sucesos de Kcalb, el impresionante y majestuoso agujero negro de Yawyklim, donde permaneceremos en supergravedad hasta que transcurran las seis horas de tiempo equivalente en Krim-Krum, periodo que aprovecharemos para reponer fuerzas y descansar antes de completar la misión y regresar a la base Htrae, teletransportados a través del agujero de gusano que nos trajo a este sector inexplorado del supercúmulo de Negriv.


Comandante SamiD. 5 de abril de 2659.

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